miércoles, 9 de abril de 2014

Sobre Dorian Gray

El mensaje que nos desea transmitir Oscar Wilde en El Retrato de Dorian Gray es la crítica a la sociedad inglesa del siglo XlX, con sus valores y sus hábitos, que lejos de reflejar una moral íntegra solo presta atención al “Qué dirán” y a lo que “se dice de uno por ahí”, situación que queda muy bien recalcada a lo largo de esta historia; como comentaba en una ocasión Lord Henry Wotton: “Peor que hablen mal de uno es que no hablen de uno”.
Más allá de lo que podría representar la plena diversión del cuchicheo, se trata de una estrategia para mantener, en cierta medida, la posición social y su estatuto como poseedor de bienes y de un apellido distinguido. Así cada quien deja a un lado sus íntimos deseos personales, ante lo que es la realidad del momento.
En esta sociedad estética y superficial se presenta a Dorian Gray, un joven con un encanto fuera de lo común, quien será inmortalizado en un retrato que –gracias a un descuidado deseo que realiza de forma coloquial- pasará a ser literalmente el reflejo de su alma, pues éste cargará con el peso de sus pecados, envejeciendo su imagen en lugar de envejecer su cuerpo real.
Es aquí cuando se presenta la gran duda, el gran mensaje de la obra: ¿Hasta dónde es capaz de llegar el hombre al desligarse de su máscara, siguiendo así sus más infames deseos? ¿Se encuentra la ética de una persona basada en meras necesidades de conservar su apariencia?
Hago referencia a lo que vio Dante antes de entrar al infierno: "las gentes que vivieron sin gloria ni infamia", mezcladas con los ángeles que no se rebelaron contra Dios, pero no por su lealtad, sino para evitar las consecuencias de tomar partido en la lucha entre el bien y el mal. El cielo los rechaza por no haber hecho nada bueno en su estadía terrenal, y el infierno también, porque no hicieron nada malo.
Alighieri es claro aquí, dando a entender que la ética va más allá de lo que se ve, más allá de la existencia incluso, la ética es la mera esencia; así los malos son castigados desde la raíz, no solo por sus actos (apariencias) sino por sus íntimos designios.
En lo que respecta a Oscar Wilde, se le confiere al asunto un carácter más individual. En resumidas cuentas podría decirse que su mensaje es el siguiente: Podrás engañar a todo el mundo todo el tiempo pero no podrás engañarte a ti mismo. Así el protagonista al final del relato, atormentado por los pecados que representan el horror en el retrato, y lo que esto significa (la muerte en vida de su alma) entra en un estado de paranoia tal que lo conduce a destruir la pintura "para que no quede prueba alguna de sus acciones".

Sin cuidado, sin medida, sin previa meditación, destruye aquello que resultó ser, no el reflejo de su alma, sino su esencia misma.


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